lunes, 30 de mayo de 2011

MODO IRÓNICO ON

Vivo en un país donde los profesionales se empeñan en amargarme la existencia día sí y día también con sus constantes huelgas encubiertas.

A esa conclusión no he llegado por mí misma sino que he precisado de la inestimable ayuda de algunos periodistas estrella que en los últimos días han vertido en Twitter noticias de esas que todo ciudadano que aspira a estar bien informado, y que para ello ve La Noria y los Informativos de T5, recibe con fruición.

El jueves 26, una conocida presentadora de noticias dijo:Parece que controladores la están liando en Madrid. Vuelos a cuentagotas. Pasajeros encerrados en aviones. Yo tirada en Alicante cc @Cesar_Cabo ¡Así habla una periodista bien documentada! Tan bien documentada que todavía no se ha enterado de que César Cabo no tiene porqué darle ninguna explicación al no ser ya portavoz del sindicato.

Ayer, domingo 29, un no menos conocido presentador pía: A las 5 de esta tarde ha comenzado la HUELGA ENCUBIERTA de controladores de Aena. Ojo a las mayúsculas y quitémonos el sombrero ante este alarde de información veraz y contrastada -al parecer se lo había dicho un empleado de la susodicha empresa- porque ahora estamos en condiciones de entenderlo todo: ya no existen los hechos fortuitos o la simple combinación de incidencias que desembocan en desafortunadas esperas, demoras o cancelaciones. No señor. A partir de ahora cuando considere que no me están atendiendo e un lapso de tiempo que yo considere oportuno, lo que debo pensar es que hay una huelga de celo acechando.

Una vez alguien me dijo que para que un avión saliera en hora tenía que confluir una alineación casi perfecta de astros. Obviamente estaba exagerando pero no vayáis a creer que demasiado. Desde que uno pisa un aeropuerto hasta que el avión despega hay una amplia concatenación de factores en la que es difícil que todo salga a la perfección. De la larga lista de incidencias traducibles en retrasos, control es solo una. Puede haber problemas por falta de combustible, o que haya que esperar porque el catering no llega. Puede haber mala meteorología o que haya problemas con los servicios de rampa, etc. Y ¿cuántas veces no habremos estado sentados ya a bordo esperando al despistado de turno que no ha oído la llamada de su vuelo? Sí, los usuarios también podemos contribuir a esas demoras.

Por otro lado, el pasajero debiera entender que con la falta de personal endémica de la que adolecen centros y torres y con controladores gestionando cada vez más sectores, es imposible hacer despegar a 15 aviones que tienen la misma hora asignada. No es necesario ser un genio del álgebra para ver que solo uno podrá despegar con puntualidad. Pero claro, cuestionarse todo esto y pedir responsabilidades a los gestores de Aena es mucho desear. Además, si un presentador de tele me dice que esta “panda de caprichosos” vuelve a estar de huelga, pues qué quieres que te diga, hay que creerlo, que para eso trabaja en la tele y debe estar bien informado. Y si resulta que es el piloto el que nos informa de que salimos con retraso, pues con mayor motivo, porque nadie nos explica que desde sus compañías se les “aconseja” achacar tales demoras a esos “odiosos” señores y señoras que sentados frente a un radar solo se sienten realizados si nos fastidian el vuelo.

Al señor de la tele, lo ha desmentido hasta la propia Aena, y no me diréis que la empresa se ha caracterizado precisamente por el buen trato al colectivo. Pero ni por esas. A día de hoy, todavía es hora que píe la disculpa. Estoy por seguirle en Twitter, a ver si acusa a los del servicio técnico del gas de estar perpetrando una huelga de celo encubierta cuando por la mañana crea que el agua tarda más de lo normal en salir caliente. O que la panadera está de brazos caídos porque a él le parezca que la cola es más larga de lo habitual. O que no tiene nombre lo que hacen los médicos de urgencias, que lo tienen esperando durante horas antes de ser atendido. O que… vaya por Dios, si es que nos pasamos la vida esperando y algunos están tan bien informados que todavía no se han percatado.


Lo C. Gutiérrez