jueves, 27 de octubre de 2011

CLAVOS ARDIENDO

Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondiente al mes de octubre, los medios de comunicación son, tras las fuerzas armadas y por delante de la monarquía, una de las cosas que mayor confianza ofrece a los españoles.

Se me ocurren, a voz pronta, dos posibles razones que puedan dar respuesta a semejante estudio estadístico. La primera es que los españoles no tenemos claro lo que significa información y la confundimos con esos informativos de contenidos pautados hasta el último segundo donde el orden de las cosas sí que está diseñado para alterar el producto, es decir nuestra mente, o que nuestro concepto de debate plural se reduce a esos circos llenos de pseudoperiodistas que ante la falta de argumentos no tienen otra que echar mano del grito.

 La segunda razón tendría que ver con una inocencia ciudadana naïve, que raya lo infantil y que nos lleva a creer todo lo que vemos, leemos o escuchamos. Esa confianza ciega en el periodismo sería aceptable si éste se limitara a ejercer su función originaria, pero el oscuro entramado de intereses al que sirve y la sospechosa retroalimentación establecida entre poder y grupos mediáticos indica que, por nuestro propio bien, deberíamos ir dejando de creer en los cuentos de hadas.

Muchos pensarán que el miércoles 26 de octubre fue un día normal y corriente en que no pasó nada digno como para enmarcarlo en los anales de una vida. Pero si usted fuese un controlador aéreo y tuviese la oportunidad de desayunar leyendo, entre atónito y esperanzado, el artículo sobre la responsabilidad del Ministerio de Fomento respecto del caos aéreo acontecido el 3 de diciembre de 2010 publicado por unos de los diarios que más ferozmente ha contribuido al linchamiento del colectivo, quizá lo vería de un modo distinto.

Efectivamente, en esa fecha que lleva visos de convertirse en algo así como una efeméride para este vilipendiado grupo de trabajadores, el diario El Mundo reseña una pequeña nota en portada para pasar a narrar detalladamente en las páginas 14 y 15 de su edición impresa  las presiones a las que estaban siendo sometidos los controladores del Centro de Santiago para intentar subsanar un error de gestión, que alcanzaba ya nivel de despropósito, y que no hizo sino ir in crescendo y extenderse a otros centros del país hasta desembocar en el desbarajuste aeroportuario diseñado al milímetro que ya todos hemos visto hasta la saciedad pero del que continuamos mostrando un profundo desconocimiento.

No voy a obviar el hecho de que, con toda probabilidad, el repentino interés del diario El Mundo por desvelar la verdad precisamente en estos días de campaña preelectoral no responde más que a la intención de desacreditar al partido socialista y su candidato -artífice de la militarización de un colectivo- además de a la voluntad de contribuir al rédito electoral del partido en la oposición. Tampoco voy a pasar por alto el posicionamiento público de su director, Pedro J. Ramírez, al haber ofrecido su medio al gabinete jurídico Cremades & Calvo Sotelo -encargados de plantear la demanda colectiva a los controladores aéreos en nombre de las distintas plataformas de afectados- para facilitar la canalización de unas denuncias que a día de hoy parecen estar cayendo en saco roto a tenor de las causas que ya han sido archivadas hasta con beneplácito de la Fiscalía. Quizá no les ha quedado otra opción más que aceptar los hechos y apuntar en otra dirección si de verdad quieren sacar algo de todo esto. Ese parece ser el cartucho que toca quemar ahora.

El papel jugado por los partidos políticos en la oposición en este conflicto, con la única salvedad de Izquierda Unida que siempre ha mantenido una actitud coherente al respecto, ha sido vergonzoso. Me consta que hubo y hay voces discordantes con el modo de proceder contra los controladores en las principales formaciones políticas del país. Pero los aparatos mandan y las disciplinas de partido se encargan de acallar cualquier nota que pudiera parecer discordante y sobretodo, de amordazar cualquier actitud que pueda causar perjuicio electoral porque señoras y señores: hablar a favor de los controladores aéreos suponía y supone ponerse a la manipulada opinión pública en contra y ganarse una amonestación por contribuir a que el partido pudiera sufrir las consecuencias de una sangría de votos. De ese modo, tenemos al principal partido de la oposición, convertido en copartícipe del despropósito al haber aprobado con sus votos la Ley 9/2010 o al haber facilitado con su abstención la prórroga del primer estado de alarma decretado en la historia de la democracia española, sin olvidar la contribución de los partidos periféricos que se sumaron a la algarabía de decretos sin precedentes en pos de la contrapartida.

Todos hemos sido usados en este conflicto. La ciudadanía en su conjunto se ha prestado a ser manipulada al no querer hacer uso del criterio autocrítico que se le debiera presuponer. Los afectados quizá debieran pensar en poner demandas colectivas al ministro Blanco y al presidente de AENA por haber diseñado el secuestro del que tanto hablan y los controladores continúan siendo utilizados. Se ha hecho mucho daño y de modo gratuito porque no entiendo a quién está beneficiando todo esto, la verdad. Tampoco veo cómo se puede resarcir a un grupo de trabajadores que ha tenido que soportar 30 cambios legislativos en su marco laboral y una estigmatización que, en algunos casos, ha llegado a afectar a sus círculos familiares y sociales. Avisados quedamos.

Hubiera sido preferible que la verdad saliese a la luz de otro modo, pero entiendo perfectamente que tras dos años de asedio inmisericorde se agarren a eso como a clavo ardiendo. Después de todo ¿cuál de los implicados en todo este esperpento no lo está haciendo?

Lo C. Gutiérrez

domingo, 23 de octubre de 2011

ARENGAS QUE NOS MANTIENEN EN EL REDIL

Somos una sociedad tendente al adocenamiento, fruto de un sistema en el que se nos educa para creer, no para cuestionar. Cualquier individuo que pretenda crearse un criterio propio deberá nadar contra corriente si quiere obtener información al margen del discurso oficial y oficioso pero pocos son los dispuestos a invertir algo de energía para lograr tal propósito y muchos los que dicen que esa tenacidad requiere de un tiempo que nuestras ajetreadas vidas no nos regala.

Como todo en la vida, se trata de prioridades y ya sabemos lo fácil que es encontrar excusas para no hacer aquello que nos supone un cierto esfuerzo o para evitar lo que nos pueda hacer sentir incómodos pues con dedicar el tiempo malgastado en vacuidades televisivas, que poco aportan y mucho embrutecen, a la búsqueda de esa información que permite contrarrestar la tendenciosidad de los medios generalistas es más que suficiente.

No hacer el más mínimo sacrificio por estar informados nos convierte en vulnerables y nos deja a merced de los poderes fácticos que harán con nosotros lo que se les antoje recreándose en nuestra corresponsabilidad porque, por mucho que no nos queramos dar cuenta, permanecer desinformado es delegar nuestro compromiso como ciudadanos y ostentar una responsabilidad única e intransferible respecto de muchas de las vicisitudes que enfrentamos.

¿Qué ocurre cuando llevamos cerca de dos años escuchando, viendo y leyendo sobre el mal proceder de los controladores aéreos, la alevosía de sus acciones y las huelgas encubiertas con que nos hostigan día sí, día no y el de en medio también? Pues que con la capacidad de criterio narcotizada e inhabilitados para ver más allá de lo que cuatro todólogos gritones dicen por televisión, le facilitamos en extremo la tarea a las compañías aéreas cuando nos tragamos sin rechistar las palabras del piloto culpando a los controladores por las tres horas de demora que lleva nuestro vuelo para que no se nos pase por la cabeza la posibilidad de exigir obligaciones a quien parece que solo interesamos hasta el preciso instante en que se embolsan el importe de nuestros pasajes.

¿Y qué ocurre cuando un gobierno es consciente de nuestra inopia colectiva? Pues que se permite el lujo de incurrir en la ilegalidad y crear una  Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) totalmente dependiente del Ministerio de FOMENTO con la consabida falta de transparencia que ofrecerá ante cualquier incidencia denunciada o lo que es peor, un accidente. Y no solo eso, sino que cuando decida, si es que decide dar respuesta a nuestra reclamación, lo hará emitiendo informes chuscos que son cualquier cosa menos una resolución rigurosa y veraz como el caso en que tuvo que acabar interviniendo el Defensor del Pueblo ante la desidia mostrada por Iberia y la connivencia de FOMENTO respecto de la denuncia presentada por dos usuarios que vieron su vuelo cancelado y a los que dieron como excusa la congestión del espacio aéreo cuando en realidad el avión había sufrido una avería en el motor.

Así que la próxima vez que vaya a un aeropuerto español y sufra un retraso -cosa bastante probable dada la pésima gestión que ha desembocado en un caos en el sector de la navegación aérea sin precedentes- hágase un favor y deje de apuntar al controlador. Piense por un momento en por qué el aeropuerto gestiona más operaciones de las que permite su capacidad, en por qué no se han contratado más profesionales para poder mover esos tráficos con la eficacia requerida o por qué no se ha tenido en cuenta el alto volumen de movimientos para diseñar los turnos con el número adecuado de trabajadores que permitan dar un servicio satisfactorio. No deje de pensar tampoco en la responsabilidad que las compañías aéreas tienen cuando dan la callada por respuesta y cuando le ofrecen llegar a destino a una hora determinada conscientes de la imposibilidad de cumplir ese horario debido a lo congestionado de nuestro espacio aéreo. No dejen de pensar en el silencio de esas compañías frente a la Administración –lo que produce una complicidad tácita- y pregúntense: ¿qué reciben a cambio?

Lo perverso de todo esto es que nos arengan a conveniencia para hacernos creer que estamos despiertos y que sabemos discernir quién es el héroe de quién es el villano. Nada más lejos de la realidad: saben cuando despertar nuestra ira para seguir manteniéndonos mansos en el redil. 

Lo C. Gutiérrez

domingo, 16 de octubre de 2011

LEMA SE DECONSTRUYE SOLO

Tenemos un muerto en el armario pero en lugar de sacarlo y abrir ventanas para que corra el aire, lo que procede es atestar la habitación de flores, en pos de un mal entendido sentimiento de amor compartido por el terruño, a ver si así el aroma disimula la evidencia.

Se jacta el señor Lema de no haber utilizado malas artes contra los controladores aéreos y, como a maquillador de datos parece que hay pocos que le ganen, se permite decir que el número de controladores pasó de 1600 en el año 2000 a 2300 en el año 2008. Que el presidente de AENA suelte una generalización de tal calibre sin despeinarse, no debiera sorprendernos. Es más, diría que es hasta esperable vista la catadura moral que se gastan algunos miembros de la directiva del ente público, pero que el articulista en cuestión dé por válido el argumento sin molestarse en contrastarlo no es que sea preocupante, es para echarse a temblar ante lo que algunos entienden por periodismo.

Para que el dato fuera riguroso, sería más que conveniente aportar ciertos matices como por ejemplo cuántos de esos 1600 controladores que había en el año 2000 eran operativos -trabajaban en frecuencia- y cuántos estaban destinados a otras funciones. Del mismo modo, sería deseable saber si la ratio de contratación era directamente proporcional al número de controladores que fueron dejando de trabajar en frecuencia en el periodo 2000-2008, porque lo que está clarísimo es que, a día de hoy, y como ya constató el diputado Andrés Ayala en el Congreso aportando datos sobre los datos falsos que AENA envió a Eurocontrol, no hay 2300 controladores operativos ni en sueños. De hecho, lo que provoca la falta de ellos son pesadillas constantes en forma de demoras.

Continúa el señor Lema diciendo que el número de horas creció exponencialmente en ese periodo de tiempo, pero en ningún momento reconoce que eso se debe al incremento del tráfico aéreo y la imposibilidad de cubrir el servicio con el personal existente trabajando los turnos reglamentarios. No veo tampoco en sus declaraciones, ningún reconocimiento de la no contratación de 150 controladores, compromiso que adquirió con USCA cuando se firmó el acuerdo de módulos que permitía a AENA sacar el servicio adelante con la plantilla existente. Culpabiliza y demoniza a los trabajadores porque los emolumentos en horas extras se dispararon, pero no percibo ningún tipo de autocrítica por su parte ante la evidente incapacidad de gestión mostrada. Lo cierto es que desde el año 2006 no se forman controladores radar en España y los que se han formado para recibir una habilitación en torre, están en el paro. Luego, si la solución para reducir el número de horas extras pasaba por nuevas contrataciones ¿por qué no se hizo? ¿No sería que ante la ya más que decidida privatización del ente, a la empresa no le convenía correr con los gastos de formación, salarios y condiciones tales como la Licencia Especial Retributiva (LER) estipuladas en convenio colectivo?

Alardea también el señor presidente de AENA de que la deuda de la empresa deriva única y exclusivamente de las inversiones hechas en infraestructuras y asegura además que es puntual. Entonces ¿Por qué privatizar? ¿Por qué vender Barajas por 3700 millones de euros tras haber invertido 6185 en su remodelación? Y ¿qué me dicen de los 1600 millones que se pedían por Barcelona El Prat cuando la inversión en la T1 supuso alrededor de 3000 millones de euros? 

La proliferación de aeropuertos por todo el territorio cuales setas en otoño, sin obedecer a una demanda real sino a intereses económico y políticos espurios, es otra de las cuestiones por las que Lema debiera responder, en caso que alguien tenga a bien de preguntarle. Poner en la picota a un grupo de trabajadores acusándolos de lucrarse como si fueran ladrones mientras se promete que gracias a los recortes salariales en navegación aérea, el sector será más competitivo y se podrán bajar así las tasas no es que sea mezquino, es que es cínico habida cuenta de que para rentabilizar esos aeropuertos inútiles ha habido que ceder al chantaje de aerolíneas lowcost como Ryanair, a la que no solo se le han perdonado tasas y dado subvenciones, sino que además se le han escondido irregularidades que repercuten directamente en la seguridad de los usuarios. La falta de transparencia al respecto es una consecuencia directa de ese TODO que conforman el ministerio de FOMENTO, la AESA y la DGAC y ante la que ningún grupo parlamentario ha dicho esta boca es mía.  

Tienen suerte este tipo de gestores que, conocedores de la inopia en la que vive esta sociedad, se permiten retratarse como pésimos administradores de lo público sin que nadie les vaya a cuestionar nada. Es más, algunos hasta les agradecen el expolio en aras de la gestión privada, que parece ser la única eficaz. Contar con un aparato judicial que reconoce la necesidad de recortar derechos laborales a favor del desarrollo de la empresa ayuda y tener unos medios de comunicación que lo narran sin el menor atisbo de espíritu crítico, contribuyendo así a que la merma de esos derechos se digiera con absoluta normalidad, también.

No deja de parecerme fascinante la facilidad que tiene don Juan Ignacio Lema para minimizar impactos. Según él, 47 cuasicolisones implican tan solo un 0,002 % de los movimientos que se llevan a cabo en el espacio aéreo español. Perfecto, sino fuera porque 47 cuasicolisiones conllevan 94 aviones a punto de colisionar con la consabida tragedia que ello pudiera comportar y no sé yo con qué cara se le dice a los familiares de las víctimas que sintiéndolo mucho, su hermano, cónyuge, hijo o cuñada ha quedado reducido a un ínfimo porcentaje que forma parte de los efectos colaterales.

Del mismo modo simplifica y nos cuenta que desde 2009 el grupo San José únicamente se ha hecho con cuatro expedientes de las 1782 adjudicaciones llevadas a cabo, es decir, un 0,22 % que solo implican 32,5 millones de euros sobre un total de 1643. Un nimio 1,98 %. Se le olvidan al señor Lema dos cosas: la primera y principal, la ilegalidad cometida al haber simultaneado durante seis meses su cargo como miembro del consejo de administración del grupo san José y como presidente de AENA, según el artículo 28 de esa Ley 30/1992 que con tanto orgullo menciona y la segunda es que muchos no nacimos ayer y a estas alturas de la película especulativa ya sabemos como funciona el tema de las subcontratas y quién se queda el mayor pedazo del pastel. Las matemáticas y la realidad son, no obstante, muy tercas y a veces terminan por imponerse, con lo que a más de uno se le habrá atragantado esta semana el anuncio del aplazamiento del proceso de privatización

En fin, que está muy bien presumir de terruño y echar flores a los prohombres gallegos, pero estaría infinitamente mejor trabajar por la transparencia, alabar a los que realmente se levantan cada mañana para hacer de Galicia algo más que un paraíso de extrañas conexiones y dejar de escribir cosas que no sé bien si son elegías, epopeyas, panegíricos o apologías. 

Lo C. Gutiérrez

RECTIFICACIÓN

Lema no simultaneó cargo en AENA y San José Tecnologías S.A. 


Según documentación oficial, don Juan Ignacio Lema Devesa fue nombrado presidente de AENA el 25 de abril de 2009 y su baja de la dirección de San José Tecnologías S.A fue inscrita en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME) con más de seis meses de retraso, exactamente el 9 de noviembre de 2009.

No obstante el señor Lema asegura que presentó su renuncia al cargo del presidente de la citada empresa de modo irrevocable y que nunca ha simultaneado cargo como director general-presidente de AENA con ningún otro cargo en el sector de la empresa privada y así ha sido reconocido por la Oficina de Conflicto de Intereses del Ministerio de Política Territorial y Administración Pública en resolución del 20 de octubre de 2010.

Cabe añadir además que la jurisprudencia del Tribunal Supremo reconoce que “las inscripciones registrales de los acuerdos de cese de los administradores de las sociedades mercantiles no tienen carácter constitutivo sin que ninguna responsabilidad por falta de inscripción pudiera exigirse a los cesados” por lo que su cese como presidente de la ya mencionada compañía se produce si perjuicio de la fecha de inscripción el Registro Mercantil.

Quiere dejar constancia además, el señor Lema Devesa de que se ha abstenido de intervenir en cualquier cuestión que pudiera ser de interés para alguna de las empresas en las que ha prestado sus servicios profesionales.

lunes, 10 de octubre de 2011

LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA

No se salva nadie. Ni políticos medrosos que solo piensan en su propio beneficio, ni directivos puestos a dedo que, obedeciendo a la voz de su amo, te desmantelan una empresa pública en un abrir y cerrar de ojos, previa elección de un colectivo de trabajadores como chivo expiatorio sobre el que la sociedad descargará la ira de sus insatisfacciones para así tener la razón perfecta que excuse una privatización. Tampoco se salva la prensa, que ocupada en informarnos sobre olas de calor en pleno mes de octubre, no parece hallar motivo alguno para indagar en lo que a todas luces es un expolio, que si solo fuera económico se convertiría en otra gota en el océano de la especulación, pero es que ya está en juego la seguridad y eso no sé yo si hay conciencia que lo resista.

Con otra causa contra controladores archivada esta semana en Sevilla -sin intención de recurso por parte de la Fiscalía- parece que cada vez está más claro sobre quién recae la responsabilidad de haber cerrado el espacio aéreo. Para el que todavía no se haya querido enterar, ni un controlador, ni dos, ni cuatrocientos tienen potestad para hacerlo. Solo AENA, tutelada y auspiciada por el gobierno tenía esa facultad y la ejerció, de modo que esas plataformas de afectados por el caos aéreo del 3 de diciembre de 2010 que  anuncian a bombo y platillo su alegría por la investigación de las conversaciones telefónicas de los controladores, mejor harían en solicitar que se analizaran las de ciertos políticos y directivos si es que de verdad quieren sacar algo en claro.

Así las cosas, los medios continúan en su habitual línea de contribución a la confusión ofreciendo entrevistas diseñadas para lucimiento del personaje de turno pero de escasa aportación informativa, como la aparecida en lunes 3 de octubre en el diario ABC, donde Juan Ignacio Lema contradice a Eurocontrol al afirmar que el 50% de las demoras que sufren los aeropuertos españoles dependen de las compañías aéreas. Ante semejante afirmación surge la duda de si este señor habla inglés, no ya el nivel 4 de la OACI que se le exige a los controladores, sino un mero nivel intermedio que le permita entender los informes que remite el ente Europeo, porque al parecer los términos ATC capacity y ATC staffing –verdaderas causas que Eurocontrol aduce para la mayor parte de las demora que se producen en nuestros cielos- no figuran en su bagaje de léxico.   

Y así, entre trivialidades se nos va la mayor empresa pública española a manos privadas sin que nadie pestañee ni cuestione ceses extraños y reubicaciones aún más paranormales si cabe, como la de Salvador Merino, exjefe de Recursos Humanos de Navegación Aérea durante el conflicto mantenido entre controladores y AENA o el cese -con la conveniente capa de maquillaje que los motivos personales confieren- de Carmen Librero, artífice de la revolución del sector aéreo español, el cual, a tenor de la situación en la que nos encontramos, ha sido cualquier cosa menos un alarde de profesionalidad y sensatez.

A nadie parece querer llamar la atención tampoco, que el grupo San José, con nula experiencia en el sector aeronáutico, más allá de las licitaciones ganadas para hacerse con construcciones y ampliaciones de aeropuertos como el de Barajas, haya entrado en la pugna por ese mismo aeropuerto. Se da la circunstancia y la paradoja, que el señor Lema  militó en esa empresa y no solo eso, sino que cometió la irregularidad de simultanear su cargo como consejero de la constructora con la presidencia del ente público.

Curioso es también, que Abertis, grupo que opta a la concesión del aeropuerto de El Prat, contara entre sus filas con Elena Salgado antes de que esta formara parte del gobierno de Zapatero. La suspicacia, en estos casos, nunca está de más y tanta conexión y filigrana debiera mirarse con el aumento que otorga una lupa, simplemente para cerciorarse de que la evidente falta de estética no se traduce en ausencia de ética.

El portal www.aenaleaks.org filtraba esta mañana comunicación interna que destapa el despropósito en que se halla inmerso el sector de la navegación aérea española así como las causas del accidente aéreo que tuvo lugar el 17 de setiembre en Palma. De aquella ley 9/2010 estos lodos. Las mermas en seguridad son flagrantes y de ello se hacen eco en sus correos y notificaciones los responsables de seguridad de AENA. Dudo mucho que esto pueda resarcir a los controladores, que llevan mucho tiempo denunciándolo por activa y por pasiva sin que nadie quiera escucharlos, pero parece que algo se mueve y hay quien empieza a no soportar el peso de la conciencia. Bienvenido sea.

Aunque no sé si se puede esperar mucho de una sociedad que no clama al cielo por la dimisión de un ministro que se reúne con presuntos delincuentes en gasolineras y que resulta que es el mismo que pretende decidir a qué manos irán a parar las dos joyas de la corona –Barajas y El Prat- tres días antes de las elecciones generales.

Tampoco sé qué pensar de un país que no se extraña ni se inmuta ante la pasividad mostrada por los grupos en la oposición y su incapacidad para llegar al acuerdo necesario e impedir esta privatización, que no es más que un robo en toda regla.

Dirán ustedes que veo fantasmas donde no los hay. Y yo les diré que veo mucho ectoplasma suelto que solo obedece al interés del lucro y muy pocas ganas de darle caza. 

Lo C. Gutiérrez

lunes, 3 de octubre de 2011

DESINTERÉS GENERAL

Es España un país donde el debate social profundo y de hondo calado brilla por su ausencia pero donde cuestiones aparentemente triviales pueden desencadenar leyes que pongan a salvaguarda la necesaria dosis de opiáceos catódicos que la masa necesita al amparo de lo que se ha venido a llamar interés general. Quizá de ese modo se explica que gobiernos de distinto color y signo hayan dando tanta importancia a la regulación de las eufemísticamente llamadas retransmisiones deportivas y recalco lo de eufemísticamente porque, en realidad, todo queda reducido al fútbol.

Pertenecer a una sociedad donde el interés general queda reducido a la rivalidad entre seguidores que genera un simple juego táctico de once contra once debiera hacernos reflexionar pero me temo que mucha es todavía la gente que solo está por la labor de pagar la letra del coche de lujo, la casa y los viajes que este sistema les ha vendido como necesarios y que ellos han creído necesarios. Es difícil encontrar a quienes se paren a pensar en cómo esta voraz manera de consumir nos está afectando como individuos, en como nuestros derechos sociales y laborales e incluso nuestra seguridad se están viendo recortados en aras del coste mínimo y el máximo beneficio.

La prensa, consciente de esa incapacidad manifiesta para la reflexión serena de la que adolecemos y del, a todas luces, nulo interés por crearnos un criterio propio, no ha hecho otra cosa que asumir su rol en este escenario de capitalismo salvaje y así, nos trata como lo que nosotros nos consideramos: meros clientes que buscan la satisfacción inmediata de la ecolalia que nos reafirma en nuestras posturas y nos evita cualquier tipo de sentimiento de culpabilidad respecto de responsabilidades personales eludidas.

Solo así puedo entender que un Ministro de Fomento se vaya de rositas de una entrevista en TVE sin ser cuestionado a fondo sobre la nefasta gestión que ha realizado en el sector de la navegación aérea española, sin que se le pidan responsabilidades por los miles de minutos de demoras acumulados en los aeropuertos que están llevando a las compañías aéreas a tener pérdidas millonarias o sin que se le haga una sola pregunta sobre las múltiples irregularidades que plagan el proceso de privatización de AENA.

También eso me ofrece una insatisfactoria explicación sobre la inexistente repercusión en los medios -al margen de una nota informativa de Europa Press-  de la Segunda Mesa del Estado de la Aviación en España en la que se trataron temas que nos afectan a todos, desde las mermas en cuestiones de seguridad derivadas de las atropelladas medidas implementadas mediante Real Decreto-ley al colapso que se puede producir en el espacio aéreo español cuando se vuelvan a alcanzar las cifras de tráfico del año 2005, teniendo en cuenta la reducción paulatina de horas que el Laudo dictado por Pimentel contempla y la más que reconocida falta de controladores operativos.

Por la misma razón, vislumbro que la prensa debe pensar que a los ciudadanos no les interesa los experimentos con gaseosa que AENA realiza día sí y día también y por ello, la información sobre la implementación en plena época de nieblas del nuevo Sistema de Dirección de Plataforma (SDP) en Barajas, sin un estudio de seguridad riguroso llevado a cabo, es inexistente; como también lo es cualquier tipo de análisis sobre la denuncia presentada ante la AESA (Agencia estatal de seguridad Aérea) por los primeros controladores del Centro de Control de Madrid convocados a las sesiones de formación del nuevo plan de contingencia –instrumento vital para garantizar la seguridad de usuarios en caso de un fallo grande de los sistemas y la posibilidad de que una dependencia colateral tenga que asumir el desarrollo de las operaciones – por considerarlo inviable.

Como bien dice David Guillamón -controlador aéreo y por más que les pese a muchos, un apasionado de su trabajo, preocupado por los fallos latentes de la seguridad aérea en nuestro país y empeñado en buscar soluciones a tanto despropósito: “la prensa es un factor más en la protección del sistema porque es el vehiculo mediante el cual la sociedad puede adquirir no una alarma social pero sí una preocupación que haga a nuestros gobernantes tomar una acción inmediata y reconducir la situación”.

Probablemente pecamos de inocentes en nuestros deseos y debiéramos ser más pragmáticos. Se me ocurre que alguien podría pasarle esta entrada a Mourinho. Si él acompaña cada una de las cuestiones aquí presentadas con uno de sus famosos “¿por qué?”, seguro que el interés general está garantizado y conseguimos que la prensa se ponga manos a la obra. 

Lo C. Gutiérrez