Llevamos unos días de
revuelo desde que la prensa nacional y hasta la internacional se hicieran eco de la
investigación que el Ministerio de Fomento ha abierto a Ryanair por los
aterrizajes de emergencia que tres de sus vuelos – en concreto RYR 2054, RYR
5389 y RYR 9VR - tuvieron que realizar el pasado 26 de julio en el aeropuerto
de Manises (Valencia).
Mucho ha tardado la AESA en
pedir explicaciones a Michael O’ Leary sobre esa acuciante manía de solicitar
preferencia en los aterrizajes -cuando no de declarar MayDay- por ir cortos de
combustible y no poder, en ocasiones enfrentar una espera.
Como las cosas de palacio en
este país van tan despacio que a veces ni van, una no tiene por menos que
preguntarse quién volaría en esos aviones para que el Ministerio muestre esa
repentina voluntad de investigación o si no les ha quedado otro remedio tras la
más que oportuna filtración de los audio (aquí, uno de ellos) donde se pueden escuchar a los pilotos
declarar MayDay.
No sé yo hasta qué punto
todo esto va a servir de algo porque, más allá de la indignación de cafetería
que ejercemos los españoles, dudo mucho que la gente tome conciencia de con
quién se está jugando los cuartos y, como a esto no se le ponga freno, hasta la
vida. ¿Dejarán acaso de comprar billetes de avión en apariencia baratos pero pagados
a precio de oro vía subvenciones a cargo del erario público?
El revuelo, faltaría más, ha
traído consigo la consiguiente retahíla de declaraciones, a cual más
surrealista, con la que los poseedores de memoria interesada, todólogos y
cínicos de cabecera han tenido a bien de obsequiarnos.
Por un lado, el director ejecutivo de Ryanair se despachaba a gusto diciendo que los tres aterrizajes de
emergencia respondían a una excepcionalidad y que los controladores son
responsables por haber mantenido a sus aviones en espera.
Ahora va a resultar que los
controladores, con ese afán suyo por fastidiar vidas ajenas para sentirse
realizados, tienen poderes, originan tormentas, ordenan, que no aconsejan,
desvíos a aeropuertos alternativos y son culpables de que los aviones no lleven
combustible para esperar en el aire en situaciones imprevistas y complicadas.
Como no todos estamos
familiarizados con los procedimientos – ni tendríamos por qué estarlo si las
autoridades hicieran la labor que se les presupone - y es fácil que nos den gato por liebre, no
está de más saber que cuando un avión lleva más de 20 minutos de espera, los
pilotos preguntan si hay actualización de la hora de aproximación y deciden si optan por volar a un aeropuerto alternativo, pero se debe
tener en cuenta que en casos de meteorología adversa es harto difícil aventurar
esos cambios y esa era la situación el día 26 de julio como se puede observar
en este video de la Aemet:
En Ryanair parece que tienen
menos temple del habitual y tras 8 o 10 minutos ya están diciendo que se marchan
al aeropuerto alternativo. En este caso esperaron muy poco en Madrid y nada más
llegar a Valencia declararon emergencia. Dicen en su defensa los portavoces de
la compañía que llevaban combustible para volar 30 minutos más. ¿Usaron
entonces el procedimiento MayDay para colarse en la secuencia programada por el controlador? Porque si así
fuera, también es un hecho punible.
No podían faltar, por otro
lado, las sentencias ejemplarizantes del adalid de la seguridad en este país:
Rafael Simancas. El portavoz del PSOE en la comisión de Fomento en el Parlamento
está preocupado ahora por la alarma social que una investigación a Ryanair
pueda causar en un país donde el turismo es un sector de vital importancia.
Lástima que no tenga la misma preocupación por las consecuencias que las
infracciones en materia de seguridad pueden acarrear. Se jacta el señor Simancas
de que la AESA llevaba 4 años trabajando con discreción, autonomía y rigor. Con
tanta discreción, añadiría yo, que ni ellos mismos sabían que estaban
investigando. ¿Tiene, por casualidad, algo que decirnos sobre las infracciones que Ryanair cometía en tiempos del ministro Blanco y que no fueron objeto de medidas sacionadoras?
Y como en esto del
sinsentido no hay dos sin tres, ya hasta los redactores de economía desinformados se lanzan a pontificar contra esos controladores que no muestran ni una pizca
de preocupación por lo que ahora investiga el Ministerio de Fomento. A todas
luces, este señor desconoce lo que es APROCTA y la cantidad ingente de informes
redactados y presentados por ATCs con la única esperanza de que quede
constancia de las denuncias en caso de producirse un accidente.
No sé en qué pueda quedar
todo esto más allá de la efervescencia del revuelo porque el tema Ryanair es de
fácil solución: con cortar las subvenciones y hacer cumplir la ley a rajatabla
así como pagar sin excepción las multas por infracción, O’Leary se iría por su
propio pie ya que el chiringuito low-cost que se ha montado ya no se le
sostendría. Otra cosa son los intereses espurios.
¿Qué se puede esperar de una compañía que antepone el dinero a absolutamente todo lo demás (pasajeros, trabajadores, seguridad)? Lo barato a veces sale muy caro. Hace unos meses, en el aeropuerto de Barcelona, otro avión de Ryanair protagonizó un incidente que ha pasado bastante desapercibido en prensa: tocó en cabecera de pista a un avión de American Airlines que iba a cruzar el charco y le dañó el timón de cola. Aunque muchos pasajeros se quejaron, el piloto (con 2000h de experiencia) y el copiloto (500h) decidieron no darle importancia al asunto, no avisaron a nadie (ni siquiera a control ni al avión de AA) y se dieron a la fuga continuando con el vuelo como si no hubiera pasado nada. Que el avión de AA dañado no cayera al mar "misteriosamente" en pleno trayecto transoceánico sólo es achacable a la intervención de la virgen de Loreto. Por supuesto, esto tampoco se investigará a fondo. Con una nota de recomendación de AESA para mejorar la comunicación entre las tripulaciones es más que suficiente. Más info aquí: http://avherald.com/h?article=45363621&opt=4096
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