Tras leer el ¿artículo? – en
un momento entenderán ustedes el porqué de los interrogantes – de César Molinas
en El País, solo puedo concluir que espero que el resto de la teoría que
pretende desarrollar en el libro del que forma parte tal escrito esté mejor
argumentado porque lo que yo percibo no es más que un pastiche de clichés y
tergiversaciones al servicio de una ideología neoliberal muy propia de un gurú
de Fedea y ex trabajador de Merril Lynch.
Dice el señor Molinas, tras
haber visto la luz pues de lo contrario no se entiende que hace 5 años negara la crisis, que la culpa de nuestros males se halla en una clase política que es
incapaz de acometer las reformas que el país necesita porque ello conllevaría
el fin de una élite cuyo modus operandi y vivendi está basado en un modelo de
captación de rentas con el que es imposible generar riqueza que revierta una sociedad
cada vez más ahogada por los recortes y las subidas de impuestos.
Su argumento, a simple
vista, parece una buena radiografía de la situación actual si no fuera porque se
echa en falta una reflexión sobre el poder corruptor del sistema financiero y
porque la comparación demagoga que utiliza para sustentar su razonamiento
termina convirtiendo su teoría en algo contradictorio y paradójico.
No observo yo mucha coherencia
en el hecho de comparar las reivindicaciones laborales de un colectivo de
trabajadores, en este caso los controladores aéreos, con una clase política
dedicada a “fraguar planes urbanísticos en complejas y opacas negociaciones” (SIC).
Para empezar, estos
profesionales, son asalariados, cobran una nómina y pagan sus impuestos como
cualquier español de a pie. Poco margen tienen para operaciones fraudulentas y,
ni qué decir tiene, para acumular múltiples cargos en consejos de administración
varios que les puedan reportar pingües beneficios, pues a poco que uno se
informe, sabrá que para un controlador es incompatible trabajar en AENA a la
par que en otra empresa.
Para continuar, y he de
decir que esto ya me da un poco de pereza, el autor obvia que el cierre del
espacio aéreo fue una decisión patronal y que los controladores no tienen
potestad alguna para tomar tal decisión, con lo que podemos colegir que en
realidad acabaron pidiendo disculpa por unos desmanes de los que no fueron
responsables como ya demuestran varias sentencias. Quizá no se esté en la obligación de saberlo, pero entonces lo
recomendable es no dártelas de erudito haciendo comparaciones que convierten tu
artículo en algo que irá a parar a los anales de la todología de la que, por
otra parte, tanto gustamos en este país.
Habla don César Molinas de
burbujas inmobiliarias y levantamientos de infraestructuras innecesarias
llevadas a cabo por constructoras que acaban siendo adjudicatarias de un
servicio deficitario que provoca agujeros que tapan las cajas y acabamos pagando
los ciudadanos.
Es curioso que se quede en la superficie y no
vaya más allá para inferir lo que verdaderamente ocultaba el conflicto de los
controladores aéreos: la necesidad de justificar la privatización de AENA visto
el socavón cercano a los 15.000 millones de euros que provocó la fiebre de
construir aeropuertos faraónicos. ¿No le extraña en este caso que las empresas constructoras
de esos aeropuertos se posicionen como candidatas a adjudicarse la concesión?
Detecto también en la
disertación del señor Molinas un cierto rechazo a la defensa de los derechos
laborales, refiriéndose a ellos como intereses personales. Como persona docta
que es, le supongo en el conocimiento de que en este país existe el derecho a
huelga y a él hay que recurrir cuando se consideren que se están conculcando
derechos establecidos en el estatuto de los trabajadores. Aunque parece que los
controladores no lo tienen, vistos los servicios mínimos del 110% que les asignaron en la
última huelga general.
No obstante, el súmmum de la
demagogia se concentra en esta afirmación: “Los controladores presentaban la
defensa de su interés particular como una defensa de la seguridad del tráfico
aéreo”. (SIC)
Empieza a hastiarme este
discurso moralizante y populista que no busca más que el enfrentamiento entre
colectivos usando el manido recurso del paternalismo igualitario mediante el
que nos pretenden hacer creer que todos los trabajos son iguales y que el que
piense lo contrario se cree un privilegiado por encima del bien y del mal.
Una vez más hubiera sido
recomendable que este señor se hubiera documentado en condiciones y hubiera
leído sobre la investigación que Bruselas tiene abierta, merced a la ATC Petition,
sobre como repercuten las condiciones laborales de los controladores en la
seguridad aérea o sobre la labor que APROCTA hace para tratar de poner algo de
orden al caos en que se ha convertido la navegación aérea de este país o sobre
las decenas de incidentes que la AESA no investiga. ¿Será que su nivel de
exigencia no va más allá de una investigación de cara a la galería que acabe
culpando al que ya no se puede defender?
Me va a permitir que le
diga, señor Molinas, usando una comparación a las que tan aficionado es, que si
usted tiene un mal día como mucho provocará una réplica afilada por parte de
sus adversarios ideológicos o un ataque de risa floja entre los lectores que, a
salvo de adoctrinamientos, consigan terminar de leer sus teorías de tecnócrata neoliberal.
Pero si profesionales como médicos, pilotos, arquitectos o controladores tienen
un mal día, pueden matar a personas y no creo yo que, más allá de la
responsabilidad civil y penal que conlleva, haya quien levante cabeza si se le
cae un avión con 150 pasajeros a bordo.
Y es que de un tiempo a esta parte, los adoctrinados que van de eruditos pero no son más que vendedores de moralina barata me producen aburrimiento. Y que me la intenten colocar desde un medio que va de progresista pero que tiene que dar explicaciones a Inspección de Trabajo por las condiciones en que tiene a sus becarios o que se nutre de blogueros a los que paga en especie, entendiendo el prestigio de escribir para ellos como tal, ni les cuento.
Y es que de un tiempo a esta parte, los adoctrinados que van de eruditos pero no son más que vendedores de moralina barata me producen aburrimiento. Y que me la intenten colocar desde un medio que va de progresista pero que tiene que dar explicaciones a Inspección de Trabajo por las condiciones en que tiene a sus becarios o que se nutre de blogueros a los que paga en especie, entendiendo el prestigio de escribir para ellos como tal, ni les cuento.
A mi también se me levantaron las uñas de los pies con la comparación de los controladores, pero en fin, si escribe en El País qué se puede esperar de él...
ResponderEliminarUn saludo
Quizá así consiga vender mas ejemplares de este ¿libro?.....
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